Piazza Carrara
Denominada según la vecina Iglesia de San Nicolás, antes de las restauraciones lorenesas la plaza ofrecía desde tiempos inmemoriales el espacio para el juego de la pelota con brazalete, con gran afluencia de público, apasionado e implicado, a menudo encaramado en palcos de madera. El ensanche yuxtapuesto al Palacio Real también constituía la Plaza de la Corte. A dicha plaza se asoman todavía hoy la residencia granducal, el Convento de San Nicolás, el Teatro Rossi y antiguos palacios del siglo XVI, sedes del Colegio Ricci, el Palacio Mazzarosa y el Palacio del Peregrino.
A finales del siglo XVIII el Gran Duque Pedro Leopoldo de Lorena confirió a Pisa la función de segunda ciudad del Gran Ducado, honorándola con la presencia de la corte durante largas estancias, y la función de la Plaza de la Corte se reafirmó con importantes obras de restauración de los edificios y con la construcción, en su parte septentrional, del gran teatro para uso de la ciudad y de la corte: el actual Teatro Rossi. Igualmente el Convento de San Nicolás fue restaurado y las obras, confiadas por los frailes Agustinos al arquitecto Ignazio Pellegrini, se concentraron en toda la fachada occidental del edificio con la entrada a la plaza.
Un lugar hasta entonces descompuesto y desnudo se transformó por voluntad de los Lorena en una plaza articulada con un fondo de doble efecto escenográfico, con el convento en un lado y el teatro en el otro.
Desde la orilla del río Arno la leve inclinación del edificio principal ofrece una larga vista diagonal que acentúa el efecto de perspectiva global, mientras que la entada desde Via della Pergola ofrece una alegre vista axial del lado del convento. Al punto que representa el fuego de la plaza fue trasladado luego el monumento a Fernando I, realizado por P. Francavilla bajo el proyecto de Giambologna y colocado originariamente en la orilla del río Arno.