Prosiguiendo por Via San Martino hacia occidente se aprecia la presencia del amplio Palacio Bertolli Carranza. El núcleo originario de este complejo está constituido por algunos edificios construidos después de 1195 por los Del Testa, ricos comerciantes pisanos. Las casas-torre medievales se convirtieron muy pronto en un palacio y, gracias a las obras comisionadas por Alessandro Del Testa en 1764, en una amplia residencia nobiliaria. En 1885 el palacio fue adquirido por Livio Carranza, que renovó el aparato decorativo interior.

En el otro lado de la calle se encuentra el Palacio Manetti. El edificio presenta lateralmente algunas estructuras de piedra que atestiguan su origen medieval. En la parte trasera se encuentra una torre de ladrillo con una bífora de mármol. El palacio, a lo largo de los siglos, ha sido objeto de modificaciones y transformaciones, convirtiéndose en propiedad de la familia Manetti en el siglo XVII. En el siglo XIX ha sido agregado al edificio confinante en la parte oriental cerrando un callejón.

Un poco más adelante se encuentra el Palacio Triglia. En la época de los Medici se llamaba “de la Abundancia”, puesto que los ambientes en la planta baja albergaban los almacenes destinados a la conservación del grano, equipados con grandes silos de ladrillo y “estufas” para la desecación. Reestructurado y ampliamente transformado en los últimos siglos, presenta en la fachada un escudo con cimera.

A la altura del Palacio Salviati se puede admirar también el Palacio Franceschi. Actualmente sede del Banco de Italia, la antigua morada de los Condes Franceschi se extiende en amplitud hasta Lungarno Galilei. El lado neoclásico se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII y es obra del arquitecto Ignazio Pellegrini. En el interior se conservan algunos frescos del siglo XVIII de Tempesti, Tarocchi y Bezzuoli.

Casi al final de la vía se encuentra finalmente el Palacio Cevoli. La transformación del edificio en residencia nobiliaria es del siglo XVII, fruto de la fusión de algunas casas-torre y callejones medievales. El lado que da a Via S. Martino, sin enlucido tras las últimas restauraciones, muestra los pilares de las estructuras medievales, sobre los cuales descargaban los arcos rebajados, y los muros de ladrillo. A continuación se insertaron las ventanas del siglo XVIII, embellecidas con marcos de piedra serena. La notoriedad del edificio está ligada a la estancia del rey Federico IV de Dinamarca en 1709. Para dicha ocasión algunas salas de la planta noble fueron pintadas al fresco por Ferretti y Gherardini.